Bibliografía 1
Apéndice
Se suele decir que el
apéndice vermiforme humano es un “vestigio de un órgano sin función conocida”
lo que ha hecho pensar que en etapas muy previas al origen del hombre o
evolución de las especies existió un órgano con más desarrollo completo. Pero
en realidad, y tras una serie de estudios se reconoce que el apéndice es una
parte muy especializada del tubo digestivo y que participa en el sistema
inmunitario secretorio en el intestino, es decir, es un órgano inmunitario
útil, si bien no imprescindible.
En cuanto a los
defectos congénitos del apéndice el más importante sin duda es su inflamación
aguda. En cuanto a los antecedentes
que conocemos de la apendicitis aguda,
podemos encontrar informes de1736 en
el que Amyand extirpó de un saco herniario un apéndice perforado por un
alfiler, siendo en 1886 cuando Ritz reconoció la apendicitis como entidad
clínica y patológica que requería de tratamiento quirúrgico, definiéndolo como
“la inflamación perforante del apéndice vermiforme: con especial referencia a
su diagnóstico y tratamiento tempranos”. Fue McBurney quien al poco tiempo
describió sus manifestaciones clínicas antes de la perforación, además de
incluir el punto máximo de dolor abdominal y una incisión que se hace en la
pared abdominal en caso de apendicitis.
En relación a la frecuencia, dicha inflamación es uno de
los padecimientos quirúrgicos del abdomen más comunes, presentándose en todas
las edades, siendo bastante extraño encontrarlo en niños pequeños, y abundando
en torno a los 20 – 30 años. En relación al sexo no hay diferencia, ya que
incide de igual manera sea hombre o mujer (1:1 antes de la pubertad; 2:1 al
llegar a ella, siendo mayor en hombres hasta los 25 años que se iguala otra vez
con la de mujeres).
Tenemos que hacer
referencia a la etiología y patogénesis
de la inflamación del apéndice, siendo la obstrucción de la luz el factor
dominante de patogénesis, siguiendo a ésta la hipertrofia del tejido linfoide,
solidificación del bario de estudios radiográficos previos, legumbres y
semillas de frutas y parásitos gastrointestinales (ascárides). Los sucesos que
acompañan a la obstrucción de la luz son la distensión provocada por el
“cierre” del asa cerrada, proximal y la secreción normal continúa de la mucosa,
al continuar al distensión, ésta provoca la estimulación de las terminaciones
nerviosas de las fibras aferentes viscerales para el dolor, produciendo dolor
vago, sordo y difuso en la porción inferior del epigastrio. A medida que
aumenta la presión en el órgano se sobrepasa la presión venosa ocluyendo
capilares y vénulas produciendo ingurgitación y congestión vascular, además
comienza el proceso de inflamación acompañado de una invasión a las capas más
profundas de bacterias. Así tras la sucesión de dichos fenómenos (distensión,
oclusión venosa y bactericida) inevitables se produce la perforación del
apéndice (último estadio de la apendicitis).
Tras explicar cómo se
origina la inflamación, debemos explicar las manifestaciones clínicas que nos hacen llegar a diagnosticar la
inflamación, aquí podemos diferenciar entre síntomas siendo el primordial el
dolor abdominal, seguido de la anorexia, vómitos y por último estreñimiento;
también encontramos signos físicos, determinados por la posición anatómica del
apéndice y por el hecho de si un órgano está perforado cuando se examina por
primera vez al paciente, algunos de los signos que podemos observar es la
resistencia muscular a la palpación abdominal y la irritación muscular
localizada. Acompañando a las manifestaciones clínicas tenemos datos de laboratorio, sobre la variación
de leucocitos y un examen general de orina.
Una vez recogidas todas
las pruebas, se realizará un diagnóstico
diferenciado, el cuál dependerá de la localización anatómica del apéndice
inflamado, de la etapa del proceso (si es simple o perforado) y de la edad y
sexo del paciente, para poder realizar el diagnóstico previamente se habrá
realizado una serie de radiografías para demostrar complicaciones de la
inflamación (complicaciones como la perforación apendicular), a veces también
es necesario realizar radiografías torácicas ya que las lesiones del campo
pulmonar inferior derecho producen las mismas manifestaciones que la
apendicitis. A la hora de realizar
el diagnóstico hay que tener cuidado de no confundirlo con enfermedades que
tienen manifestaciones parecidas como es el caso de la adenitis mesentérica
aguda, la diverticulitis de Meckel o la intususcepción.
Podemos diferenciar
tres tipos de apendicitis, como es la apendicitis
en niños, siendo más grave en lactantes y niños que en adultos debido a que
la frecuencia de perforación es más alta, en cuanto a su diagnóstico, éste
suele ser más difícil ya que tiene un cuadro clínico menos “típico”,
desarrollándose la enfermedad más rápidamente. Otro tipo que podemos destacar
es la apendicitis en ancianos, siendo
al igual que en los niños una enfermedad grave, en este caso, en relación al
diagnóstico, suele ser engañoso ya que las manifestaciones son mucho más leves
de lo que podría esperarse por la gravedad del proceso. Y por último la apendicitis durante el embarazo, suele
ser la urgencia quirúrgica extrauterina más común (1: 2000 – 1: 40000 partos),
posee un diagnóstico difícil ya que las manifestaciones se confunden con los
síntomas del embarazo.
Por último, hay que
hablar del tratamiento, existiendo sólo un tipo de tratamiento común
para la apendicitis y sus complicaciones, éste se basa en el uso de antibióticos
(preoperatorios) sólo si los síntomas tienen varios días de duración y están
cediendo o cuando no se cuenta con atención quirúrgica experimentada. Otra
alternativa de los antibióticos y la más utilizada es el procedimiento
operatorio siempre que haya apendicitis aguda sin perforación, apendicitis
perforada con peritonitis difusa y apendicitis perforada con peritonitis local.
Seymour
I, Shires T, Franck C. Apéndice. En:
Cowles W. Editora. Principios de cirugía. Volumen II. 5ª Edición. México: McGraw-Hill Interamerica; 2000. p.
1173-1185.
Bibliografía
2
Intervención enfermería apendicitis
En cuanto a la intervención de enfermería, en un
primer lugar se recomendará al paciente con dolor abdominal que vaya al médico
y no se automedique (sobre todo si son laxantes o edemas ya que el
peristaltismo puede provocar perforación). Con el fin de frenar la inflamación
hasta la realización de la apendectomía,
se puede aplicar una bolsa de hielo en el cuadrante inferior derecho y así
reducir el flujo de sangre en la zona. Habitualmente se hace la intervención en
cuanto se confirma el diagnóstico,
el cual suele estar determinado por manifestaciones clínicas como pueden
ser el malestar, taquicardia, nauseas, anorexia, dolor abdominal, fiebre
(normalmente febrícula); además éstos signos – síntomas están acompañados de pruebas
diagnósticas como es una biometría hemática completa y pruebas de imagen
(ecografía y radiografías del abdomen).
El tratamiento
de la apendicitis consiste en la extirpación quirúrgica inmediata (apendectomía)
si se localiza la inflamación. Si el apéndice se ha roto y hay indicios de
peritonitis o abscesos, se puede aplicar un tratamiento conservador de antibióticos
y líquidos por vía parenteral.
Los objetivos
de la enfermera a la hora de la intervención son evitar las complicaciones
posibles, fomentar la comodidad del paciente (tanto en el preoperatorio,
intraoperatorio como en el postoperatorio) y por último informar al paciente
sobre las técnicas quirúrgicas, procedimiento, pronóstico y futuras
necesidades.
Los cuidados
postoperatorios son sencillos, como por ejemplo iniciar la alimentación en
cuanto se tolere; la deambulación debe empezar ese mismo día o en todo caso al
día siguiente, y lo más importante observar al paciente por si presentara
evidencias de peritonitis (proceso inflamatorio localizado o generalizado en el
peritoneo).
Los objetivos
para el alta se centrarán en que las posibles complicaciones pasadas y
futuras se hayan prevenido – reducido, que el dolor se haya aliviado, que el
paciente conozca las posibles complicaciones que pueden suceder una vez dada el
alta y por último beneficiarle un plan para satisfacer sus necesidades tras el
alta.
Doenges M, Frances Moorhouse M, Murr A. Trastornos gastrointestinales: Apendicectomía.
In: Planes de cuidado de enfermería. Séptima edición: McGraw-Hill. p. 350-355.
Bibliografía 3
Hernias de la pared abdominal
Aunque la hernia es una de las enfermedades más frecuentes que padecen los individuos, sigue existiendo debate sobre muchos aspectos relacionados con ella, que van desde las causas hasta el tratamiento apropiado, de ahí que no encontramos una única definición, siendo definida por ejemplo como un orificio anormal en una capa envolvente o una protusión a través de un orificio, pero desde luego, lo que si se tiene claro a la hora de definirla, es que debe haber un defecto en las estructuras de soporte a través del cual pueda sobresalir un órgano o tejido contenido, pero no es necesario que se encuentre el órgano dentro de la debilidad en todo momento para que exista la hernia.
Por diversas razones,
es difícil calcular la prevalencia
de las hernias abdominales, ya que si es pequeña tan sólo será detectable en el
examen, con lo que se considera oportuno los datos de disecciones anatómicos.
En cuanto a la frecuencia, en general se acepta que la más en común en uno y
otro sexo es la inguinal directa, que las directas son raras de ver en mujeres,
que las femorales, como grupo, son más abundantes en hombres, y en definitiva,
que todas en general son cinco veces más frecuentes en hombres.
En todas las hernias de
la pared abdominal se afecta a todas las
capas del abdomen, desde la piel (más superficial) pasando por la grasa
subcutánea (en zona inguinal atraviesa la fascia de Scarpa), los músculos
oblicuo mayor, oblicuo menor y transverso del abdomen y por último sobre la
capa más importante que reviste la superficie interna, es decir, la fascia
transversalis y el peritoneo parietal.
En relación a las causas, éstas pueden ser anomalías
congénitas o desarrollarse durante la edad adulta, debiéndose en éste caso
normalmente a un traumatismo, de ahí que ocurra cuando el paciente esté
trabajando, por ejemplo. Las hernias que suceden a mediana edad son
probablemente causadas por una anormalidad del tejido conjuntivo. No podemos
olvidar, que hay muchas personas que conviven con la hernia durante toda su
vida y que no se habían dado cuenta de ello debido a que ningún órgano
intraabdominal había entrado en el saco, lo que puede llevar que al realizar
alguna interacción quirúrgica, el cirujano observe la hernia y atestigüe que
está relacionada con la lesión en cuestión.
Una hernia puede ser un
defecto asintomático, es decir, que se descubra en forma incidental durante una
exploración física sistemática, ya que no suele producir síntomas importantes, a no ser por el dolor, el cual variará según
el individuo, además del dolor podemos destacar un malestar local. En cuanto a
los signos físicos, encontramos el
contenido del saco, pudiendo detectarlo tras la palpación de la zona en
cuestión (examen físico).
El tratamiento, de una hernia puede ser de tres tipos, expectante
el cual se basa en la curación espontánea, aunque ésta en casi todas las
situaciones no es realista, salvo en los niños menores de cuatro años, que
hasta esa edad no es conveniente operarles; otro tipo de tratamiento es el no
quirúrgico, usando algún dispositivo externo para mantener la reducción de
la hernia, la desventaja de este sistema es que los dispositivos son engorrosos
para el paciente y costosos tanto en su construcción como en su adaptación. Y
por último el tratamiento quirúrgico, es decir, la realización de una
herniorrafia, para ello es importante considerar el tratamiento del saco
peritoneal y su contenido, y la reparación del defeco aponeurótico.
Tras la reparación
satisfactoria de cualquier hernia, es tradicional que el cirujano recomiende al
paciente no levantar objetos pesados ni hacer esfuerzos enérgicos durante dos o
tres meses para permitir una adecuada cicatrización. Además pueden desarrollar complicaciones, como es la infección de
la herida ( problema más común), lesionar el intestino y / o la vejiga; al
reparar una hernia inguinal puede lesionarse el testículo o lesionarse la
arteria o vena epigástricas inferiores en el borde lateral del triángulo de
Hesselbach; dañar los nervios iliohipogástricos.
Encontramos diversos
tipos de hernias abdominales como son las hernias
estranguladas, hernias inguinales,
hernia por deslizamiento, hernia directa, hernia femoral, hernia umbilical,
hernias ventrales y por último
hernias paraestomales.
Por último, hay que
tener en cuenta los resultados de las
herniorrafias, las intervenciones quirúrgicas de las hernias que no tienen
complicaciones tienen una tasa de mortalidad mínima y los resultados deben
evaluarse en términos de las tasas de recurrencia. Por regla general, las
hernias que se tratan en edad temprana dan mejores resultados y es muy rara la
recurrencia, se obtienen tasas de recurrencia mayores tras la reparación de
hernias ventrales posoperatorias debido a que suelen desarrollarse alguna
complicación en la herida produciendo debilidad en los tejidos contiguos.
Seymour
I, Shires T, Franck C. Hernia abdominal. En: Cowles W. Editora.
Principios de cirugía. Volumen II. 5ª Edición.
México: McGraw-Hill Interamerica; 2000. p. 1361-1379.
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